jueves, 29 de marzo de 2007

¿Tecnología o Educación Tecnológica?

No es una cuestión caprichosa. La correcta adjudicación del nombre del espacio curricular puede aportar claridad dada la cantidad de interpretaciones de las que ha sido objeto. Muchas versiones de esa dicotomía nos han llevado a cuestionar el sentido del mismo.
Se ha tratado a la Tecnología con un status similar a las ciencias, con un objeto de conocimiento que no es ella misma, el cual es necesario aprender en ciertas condiciones. Sin embargo esta Tecnología no alcanza el status de Ciencia por diversas razones tales como la mutación de objeto de conocimiento a objeto de aplicación[i]. La búsqueda de las razones y las causas se convierte en búsqueda de soluciones u oportunidades. ¿Por qué? Pues porque así se ha conformado el Mundo del Hombre, creando y siendo creados por él.
De esta manera la Tecnología se perfila como un fenómeno ligado a lo cultural. No es la misma Tecnología la que nos lleva al espacio que la que nos alimenta o viste, ni siquiera se manifiesta igual en sociedades con diferentes concepciones del mundo, como Occidente y Oriente.
Sin embargo la Tecnología transforma al mundo natural. El ser humano la usa para transformarlo y construir un mundo diferente adaptado a sus necesidades: El mundo construido.
Ese mundo es el resultado de ese hombre y a su vez el hombre será el resultado de ese mundo construido. Y ya no será lo mismo. Entra en una interrelación con su creación. La primera prueba está dada en la Revolución Neolítica hace doce mil años, cuando el dominio sobre la agricultura y la ganadería desencadena una profunda mutación de las costumbres. El hombre está tan transformado por el cambio técnico que es llevado a vivir de otra manera y comenzar la construcción de la sociedad. Ese fenómeno conocido como artificialidad, adquiere entidad propia en la interacción con el ser humano, y se transforma más que en un puro instrumento de conquista del medio, en un fenómeno cultural dinámico.
Esa artificialidad se hace presente desde temprano en nuestra cotidianeidad, tornándose casi invisible y obvia. Nos pone horarios, nos sugiere empleos más adecuados a los tiempos, nos determina la manera de alimentarnos o vestirnos. ¿Eso no es cultura acaso? ¿Y no es la escuela la responsable de la transmisión de la cultura de entre las generaciones?
La artificialidad condiciona y de allí surge la necesidad de incluirla en los programas educativos como Educación Tecnológica donde se viva el fenómeno tecnológico.
Pero los hechos significaron que se la bautice mal con el término más polisémico de Tecnología que puede referir a cualquier rama tecnológica y tiene algunos visos de preparación técnica propedéutica.
Analizaremos en otra entrada algunas de las interpretaciones que se han dado a este espacio. Hoy podemos decir que se está revisando ese perfil. Pero no desde los organismo oficiales, sino desde los mismos docentes que se preocupan por lo que se ha hecho en estos años. Entre ellos hay quienes opinan que es necesario pedirle cuentas al Estado por los dineros del pueblo invertidos en la confusión de la mal llamada Tecnología de los CBC de la Ley Federal y su institución como área durante 20 años.
Esos mismos docentes prefieren hablar de un “saber clásico y humanista, no propedéutico” (E. Averbuj, 2006), como “una materia instrumental” (E. Miñola, 2006), con un “concepto social de la Educación Tecnológica”, donde “se aprende trabajando con el otro favoreciendo el desarrollo de los aprendizajes tácitos” (L. Doval 2006)[ii].
La Educación Tecnológica tiene que estar presente en los planes de estudio pues su campo de interpretación es lo cotidiano, lo que nos contextualiza, lo que nos filtra la experiencia de lo diario.
Esa cotidianeidad se vive en conjunto con otros, lo cual no es un detalle intrascendente sino condicionante a la hora de su tratamiento. Es dinámica y cambiante. No se remite a un conjunto estático de conceptos, sino a una permanente interacción con los demás, consigo mismo y con lo creado para modificar el mundo.
En este camino de interpretación e interacción con la artificialidad será mas apropiada la denominación como Educación Tecnológica para el espacio curricular como figura en la Propuesta Curricular de la Provincia de Córdoba debido a que educamos para interpretar, para dominar un fenómeno, mas que para informarnos sobre todos los aspectos que lo conforman lo cual, en este caso, sería una empresa imposible de abordar.

[i] Para aclarar esto se puede consultar a FOUREZ, GERARD (1994) Alfabetización Científica y Tecnológica. Acerca de las finalidades de la enseñanza de las Ciencias. Ediciones Colihue. Buenos Aires. Pag. 45/46
[ii] Todas las notas han sido tomadas de apuntes sobre ponencias en el Simposio sobre Educación, Tecnología y Sociedad, desarrollado el 3 y 4 de Noviembre de 2006 en Avellaneda, Pcia. de Bs. As.